Había amanecido y era muy temprano, había frio. Afuera de la carpa los guías nos estaban preparando el desayuno. Era el tercer día de la caminata, quería levantarme y la vez no; tenía mucho sueño.
Era una mañana blanca, todos los alrededores, hasta las grandes montañas, estaban cubiertas de nieve.
Conforme íbamos subiendo, íbamos entrando en calor. Era una gran montaña la que debíamos de ascender. Nos encontramos a un grupo de alpacas, que como si nada estaban con nieve en sus espaldas. Nos observaban fijamente mientras pasábamos.
Con cada paso que daba, escuchaba en mis oídos los latidos de mi corazón. Sentía cansancio, pero no era nada en comparación con la emoción de aquella caminata, por la nieve y por aquellas impresionantes y hermosas montañas.
Finalmente llegamos a la cumbre a 4985 metros de altura, había un rotulo que decía “Abra Warmisaya”. La sorpresa que vimos fue que la montaña de los siete colores estaba cubierta totalmente de nieve.
En esa área, las montañas tenían los mismos patrones de la montaña de colores: líneas de tierra de diferentes tonalidades. Creo que es algo muy común por esas regiones de Perú.
Al descender de la cumbre en dirección a la montaña Vinicunca, había una pequeña laguna. Desde lejos parecía que había personas que estaban pescando, pero al acercarnos más observamos que estaban armando su campamento.
Dejamos atrás a la laguna y caminamos cuesta arriba, una gran planicie cubierta completamente de nieve. A esa hora, todavía se sentía el frio, podíamos quitarnos nuestros suéteres, pero después de un rato empezábamos a sentir frio. Nos tiramos bolas de nieve, yo en una de esas, resbalé, no tengo costumbre de tirar bolas de nieve, sobre la nieve.
Conforme pasaba el tiempo, el sol empezaba a salir de los horizontes. Usamos lentes, pero si nos los quitábamos por un momento, empezábamos a sentir dolor en los ojos pues los rayos UV reflejaban en lo blanco de la nieve. También podíamos sentir lodo en todo el sendero, la nieve empezaba a derretirse.
Segunda laguna del camino. En las orillas podían observarse pequeños peces y muchas algas.
Se empezaba a ver la muy famosa montaña Vinicunca, había un mirador en la cumbre, muchas personas ya se encontraban en el lugar.
Cuando llegamos, un señor se nos acerco y nos cobró la entrada, 10 soles. Eso no lo esperábamos, pues desde el punto de vista del montañero, era una montaña más que estábamos visitando de las múltiples y múltiples que recorrimos desde Tinke. Es de reconocer que era un lugar único e impresionante, un atractivo turístico.
Así que nos dirigimos directamente al mirador, en lo alto. Era el último esfuerzo que debíamos realizar, fue un ascenso empinado, pero teníamos emoción de llegar, y cuando lo hicimos, había muchas chicas lindas de muchos lugares del mundo, valió la pena!
Había una parte de la montaña que quedó sin nieve, era en la dirección en que salía el sol. La otra parte del valle estaba todavía cubierta de nieve.
Desde esa montaña observamos el gran recorrido que hicimos, después de descansar no nos quedo otra que volver a regresar por el mismo camino.
La caminata de retorno fue impresionante. La nieve había desaparecido, mis ojos trataban de observar la mayor cantidad de detalles posibles, pues era un lugar sacado de los sueños de un montañero.
Antes y después, de nuestra caminata hacia aquella montaña de los horizontes.
En el campamento nos esperaban con un gran almuerzo. Al terminar de comer, una pequeña brisa empezó, nuestro recorrido hacia el siguiente campamento había iniciado. El simple hecho de caminar en aquellos senderos ameritaba cualquier esfuerzo.
Tuve que guardar mi cámara Canon porque empezó a llover, pero saque la gopro para grabar algunos videos. Bordeamos la montaña Puka punta, y en todos los alrededores observábamos alpacas. Perú definitivamente es el hogar de las alpacas.
Era cuestión de caminar y entrar en calor a nuestros espíritus; caminamos bajo la brisa y frio, platicábamos entre nosotros, observábamos la niebla, los horizontes, escuchábamos la lluvia y el viento.
A la vez quería llegar al campamento, a la vez me detenía a detener el tiempo.
La caminata estaba por terminar, después de un pequeño ascenso podíamos ver el lugar en donde acamparíamos. También empezamos a ver grupos de alpacas con marcas de color en sus lanas. Las personas que viven de la crianza de alpacas las marcan para poder diferenciarlas.
Cuando finalmente llegamos al campamento, era muy obvio que detrás de él había una laguna, justo al pie de la montaña Ausangate. El guía nos indico que era la Laguna Ausangate Cocha, así que inmediatamente después que dejamos nuestras mochilas, fui a explorar, antes que la noche nos invadiera.
El día 3 fue bastante bonito: conocimos la montaña de los siete colores con la experiencia de caminar en la nieve y dormir a los pies de la Laguna Ausangate Cocha. Finalizo esta publicación con las fotografías nocturnas de larga exposición, esa noche no llovió o cayó nieve, estaba perfectamente despejado.
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Video del día 3
El siguiente video podrás ver lo impresionante del día tres del trekking Ausangate, espero sea del agrado del lector.
Era temprano cuando despertamos, agarre mi rompevientos, lo había colocado en la pared de aquella casa de adobe, estaba frío y seco. Al momento de abrir la puerta del cuarto y salir, la primera impresión fue ver aquella montaña nevada...